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La Jornada Jalisco

Reeditan ‘La sangre llegó hasta el río’ de Luis Sandoval Godoy

10 abril, 2013 | Categoria: Cultura | Escrito por: 

• Con la aparición de un nuevo libro, el escritor recuerda sus inicios y su formación

Luis Sandoval Godoy , originario de El Teúl, en el sur de Zacatecas, donde nació en 1927. Foto: Ricardo Solís

Ricardo Solís.- Prevista para llevarse a cabo el pasado 28 de noviembre en el Museo de las Artes Populares (MAP) de Jalisco, la presentación de la nueva edición de la novela La sangre llegó hasta el río, de Luis Sandoval Godoy, no se realizó debido a un infortunado accidente que sufrió el autor; a la fecha no se ha presentado todavía pero, con la aparición de un nuevo libro, el escritor recuerda sus inicios, su formación y lo que significó acometer la empresa de escribir un libro que se considera uno de los más importantes dentro del panorama narrativo que aborda el tema de la Cristiada.

Originario de El Teúl, en el sur de Zacatecas –donde nació en 1927–, e hijo de campesinos, realizó estudios en el seminario de Totatiche y, en la década de los cincuenta llegó a Guadalajara para comenzar una larga carrera periodística y literaria que le llevó a colaborar en algunos de los diarios y publicaciones católicas más importantes de la Perla Tapatía, así como a ganar, en 1965, el Premio Jalisco de las Letras.

Ahora, en cuanto a La sangre llegó hasta el río, la novela se basa en las experiencias verídicas de dos protagonistas de la Cristiada, esto es, la generala cristera Jovita Valdovinos y Eugenio Hernández, de Teocaltiche, cuyas historias –en capítulos alternados– se entretejen a lo largo de la narración para brindar un panorama que captura la intensidad y el drama humano de la guerra cristera.

Antes de que la novela fuera escrita, Sandoval Godoy hizo viajes a Jalpa para hacerle entrevistas a Valdovinos, “ahí nació, de esas entrevistas, La sangre llegó hasta el río”, señala, “yo quise hacer la novela jugando con dos personajes, un hombre y una mujer; un cristero de Teocaltiche, conocido como El Tecolotito, que había entrevistado el padre Nicolás Valdés y que hablaba con sencillez y desparpajo; luego encuentro a Jovita Valdovinos –vibrante, altiva y rabiosa– y los cruzo, para crear un contrapunto, cuidando sólo la línea cronológica y la conveniencia de tiempos y acontecimientos, de acuerdo con cómo sucedieron”.

Con todo, detalla el escritor que “a Jovita no le gustó mi libro”, puesto que Valdovinos publicó su propia versión de los hechos en Historia de una vida, “no se sintió ella viva en lo que yo dije; pero claro, yo idealicé mucho al personaje. Creo que Jovita ni tenía principios cristianos, era una campesina completamente alejada de todo; en su lucha no había ‘Cristo Rey’, había el fregar a uno y otro. Sospecho que se sintió lastimada y ella escribió un libro, pero creo que le faltó un poco de calor, de fuego, al texto”.

En este sentido, la entrada en la lucha de Jovita Valdovinos de debe a su sed de venganza, buscaba matar a quien había asesinado a su padre, pero es a través de la literatura en combinación con los testimonios de la realidad que se logra crear “una nueva Jovita”; a este respecto, declara Sandoval, “a mí me gusta mi libro porque traté de respetar y guardar con mucha fidelidad el lenguaje y modo de hablar de nuestra gente; quise ser respetuoso de las expresiones tanto de Jovita como de Eugenio, de ese acento del habla popular al que añadí toques de ternura y amor, para que no fuera sólo la sangre, el encono o la lucha rabiosa de la Cristiada, de modo que expresaran asuntos más humanos. No sé si lo logré, pero así fue”.

Asimismo, hay otra serie de personajes que aparecen en La sangre llegó hasta el río, entre los que se encuentra el cura Santana, también basado en una persona de carne y hueso, “alguien que andaba en la lucha y que, como a otros, lo ocultaron para salvarle la vida”, según recuerda el autor.

Por otra parte, esta nueva edición de la novela –incluida en la colección Clásicos Jaliscienses de la Secretaría de Cultura de Jalisco (SCJ)– hace sentir a Sandoval Godoy “halagado; lo veo como una suerte de consagración porque se suele soñar con que alguien tome en cuenta lo poco o mucho que uno hizo. Si de repente me llaman de allá y me publican el libro, pues lo agradezco. Además, se incluye un prólogo de Ulises Íñiguez que, me parece, está bien hecho”.

En la actualidad, juzga el escritor, después de diversas ediciones y la difusión que La sangre llegó hasta el río ha tenido (en 1990 fue publicada por Edigonvill, lo que aumentó considerablemente su distribución), “aún releo por las tardes algún capitulito y me hace volver a sensaciones, actitudes, vivencias, sueños, partes de mi vida que quedaron atrás pero que de alguna manera siento vivas; eso es muy alentador y gratificante”.

Ahora, ante la posibilidad de llegar con esta novela suya a una nueva generación de lectores, Sandoval intuye la posibilidad, “porque los jóvenes se están inquietando mucho por el tema –la Cristiada– y, creo, debe haber más de uno que tenga curiosidad de dar con testimonios de aquellos tiempos; y este libro funciona como testimonio porque los personajes y hechos son históricos, la raíz y el fondo de la historia lo son también”.

Calificado en diferentes épocas y por diferentes actores de la vida periodística como una persona “de derecha”, el escritor detalla que “desde luego, soy creyente y tuve una formación sólida en el cristianismo gracias a que estudié en el seminario, todo el periodo de humanidades y dos años de filosofía; eso dejó en mí una marca de pensamiento, criterio y doctrina, pero no soy un derechista encendido. Vivo, siento, acepto y profeso, pero hasta ahí; no hago alarde ni propaganda para convencer a otros”.

Dedicado, como dice, a “hacer mis libros”, Sandoval Godoy tiene una amplia obra que sobrepasa los 50 títulos, algunos de los cuales distribuye él mismo aunque sostiene que “los libreros son unos sinvergüenzas”; sin embargo, a sus 86 años, refiere, hecho a la idea de “cerrar la puerta” a la escritura, hizo un hallazgo: entre sus posesiones dio con un legajo que contenía unos cuentos que fueron publicados en los años 50, semanalmente, en El Occidental, con los que conformó el libro Amanecía en el arrabal, conjunto de historias breves “de cuando iba llegando de El Teúl, todavía muy empapado del mundo y las cosas del campo”.

Apunta Sandoval Godoy que, con el tiempo, ahora que “vivimos a otro ritmo”, tiene la impresión de que esto “creo que ha modificado mi estilo y manera de escribir; incluso creo que yo ya no debo escribir, creo que en este último libro de relatos, Amanecía en el arrabal (que apareció hace unos días), mis cuentos pueden parecer hasta chuscos, pero yo no tengo ya esa frescura y espontaneidad con que los escribí –tenía 20 años–, han pasado ya muchos nubarrones por el corazón y el pensamiento, el corazón y la sensibilidad no son lo mismo. Con todo, quise respetarlo como una demostración de lo que es una persona en un momento de su vida. Este libro puede ser una buena manera de cerrar la cortina”.

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